TARZÁN DE LOS HOYOS

De la liana al tee del 1.

Johnny Weissmüller nació en Timișoara (hoy Rumanía) en 1904, aunque con siete meses emigró con su familia a Estados Unidos. Fue uno de los mejores nadadores del mundo en los años veinte: ganó cinco medallas de oro olímpicas, 52 campeonatos de EE.UU. y estableció 77 récords mundiales. Tras su carrera como nadador, debe su fama mundial a convertirse en el Tarzán más recordado y querido, papel que interpretó en doce películas. 


Weissmüller era un gran aficionado al golf, jugaba con sus amiguetes de Hollywood y era un habitual de torneos benéficos. Debido a su fuerza física tenía una tremenda pegada y sus tarjetas rondaban a menudo los 70 golpes.

Aclamado por la guerrilla

Su historia más famosa relacionada con el golf se ubica en Cuba, cuando ya se había iniciado la Revolución Cubana, pero todavía el gobierno de Batista mantenía el control, por lo que los turistas americanos seguían viajando a la isla en busca de diversión. 


Y precisamente, según cuenta su hijo en el libro, Mi padre, Tarzán, Weissmuller estaba en 1958 en Cuba y se dirigía a jugar un torneo de golf cuando él y sus amigos fueron detenidos por las tropas guerrilleras de Castro. La situación se volvió muy tensa, ya que solían secuestrar a los extranjeros. Pero Weissmuller decidió identificarse del modo más explícito: golpeándose el pecho con los puños y lanzando su característico grito de Tarzán.

Al instante los guerrilleros se dieron cuenta de quién era, dejaron caer sus armas y gritaron (en español): "¡Es Tarzán! ¡Es Tarzán de la Jungla! ¡Bienvenido a Cuba!". A continuación le estrecharon la mano, le pidieron autógrafos y acabaron escoltándole hasta el campo de golf.

Otra curiosa historia le ubica en el Riviera Country Club de Los Ángeles, cuyo hoyo 12 todavía hoy es conocido como "El Hoyo de Tarzán".


La razón es que justo en ese hoyo hay una cueva junto a un saliente rocoso que fue utilizado como escenario de una película de Tarzán.

Y Weissmuller, que era un habitual del campo, cuando jugaba ese hoyo siempre se subía a la roca, dejaba caer su palo de golf, hacía su característico "grito de Tarzán" y luego seguía jugando.